
Hace unos días, un coche bomba ha estallado en Irak, resultado: 10 muertos y 61 heridos. Repercusión en el mundo “desarrollado”: un titular breve, y una explicación de lo sucedido en cinco o seis líneas.
Finales de Diciembre del 2007, dos etarras matan a tiros a un guardia civil y hieren a otro que días más tarde fallece en el hospital. Repercusión: la prensa de los países de occidente escriben incluso artículos de opinión y en la prensa escrita, la radio y la televisión española le dedican mas de medio periódico o espacio informativo en el caso de las dos últimas.
Siempre pensé en que la razón de que existieran masacres de primera, de segunda y hasta de tercera división se debía al localismo. Sí, pensaba que el sentirse amenazado tan cercanamente era lo que lo hacía más noticiable, el pensar que podíamos ser cualquiera de nosotros era la fuerza que empujaba a los informativos a darle más cobertura para dar una imagen de lo que era el sentir mayoritario del país (mayoritario no significa único) Pero con el paso de los años y de muchas muertes me doy cuenta de que eso no es así. Lo que de verdad hace que una matanza sea de primera división es la potencia económica del país en el que se produzca. ¿O es que alguien duda de que si las 3000 muertes que AlQaeda provocó el 11 de Septiembre en New York se hubieran producido en Sudán, por ejemplo, los medios de comunicación nos hubieran bombardeado igual? Quiero recordar que los equipos de informativos no descansaron nada en las 48 horas siguientes, que a cada momento interrumpían la programación para conectar con la Zona cero para emitir datos que prácticamente eran irrelevantes informativamente y que hubieron de pasar meses para que fueran capaces de pasar un día sin hablar de ello. Cuando un acto terrorista sacude a Occidente, las clases dominantes se dedican a alimentar el miedo y el odio de la gente hacia los atacantes. Es normal que la sociedad sienta miedo, pero los que más miedo tienen son los gobernantes, pero no por sufrir otro ataque y que se puedan producir más víctimas, sino porque lo que para ellos representa ese atentado. Es un ataque directo al sistema y lo que tienen miedo de perder no son vidas humanas, sino el poder que con el paso de los años han adquirido. Es decir tienen miedo de que la tortilla se dé la vuelta, de que el tercer mundo se levante, de que el Sur les pase por encima. Y es que le tienen miedo al Sur, tienen miedo a que África despierte, a que Suramérica por fin se ponga en pie, por eso la soga que Occidente le puso a estos dos territorios y a Oriente no deja de apretar. Y recuperando el 11-S, aquellos hechos tuvieron una inmediata reacción de los Estados Unidos (sin olvidar el apoyo dado por todos los socios de la OTAN) que fue la ocupación de Afganistán. Había que buscar al culpable, a ese demonio que ya no es rojo, que ahora lleva turbante. Pues bien, ¿Alguien se ha parado a pensar en el número de civiles que han muerto desde que se ocupó Afganistán? Seguro que más de 3000. Eso no es una matanza, ni se trata de ningún crimen porque se escudan en que la democracia sufrió un ataque al que había que responder con dureza. Después vino la Guerra de Irak, una guerra ilegal, una guerra que estaba basada en mentiras. Decían que Saddam disponía de armas de destrucción masiva, ¡¡¡MENTIRA!!! Decían que el régimen iraquí daba cobertura y apoyo a Al-Qaeda, ¡¡¡MENTIRA!!! La única verdad que dijeron es que se trataba de un país sometido al dominio de un dictador. Dijeron que liberando al pueblo del tirano e instaurando la democracia en Irak, mejoraría la situación del país y se estabilizaría la zona de oriente medio. Una vez más ¡¡¡MENTIRA!!! Mientras la guerra oficial se estaba llevando a cabo los medios de comunicación nos bombardearon sistemáticamente con lo que el ejército aliado nos dejaba ver. Bien es cierto que muchísimos analistas políticos se pusieron en contra de lo que se estaba haciendo, pero todos terminaban sus intervenciones con la coletilla de que ya que se estaba allí había que ganar la guerra. Al principio se daban números de victimas, sobretodo militares, pero también civiles, sin embargo, cuando el tirano fue atrapado, a la semana siguiente ya solo se hablaba en los informativos de los atentados realizados contra los soldados que “defendían la democracia” para los que se utilizaban en su descripción palabras como “matanza”, “masacre”, o expresiones como “ataque indiscriminado”. Sin embargo poco más que reseñas se hacían cuando, esta vez sí indiscriminadamente, se realizaba un ataque a un mercado, o era bombardeado un restaurante donde se estaba celebrando un enlace matrimonial, únicamente con el pretexto de que existía casi la certeza de que uno de los invitados podía ser miembro de la insurgencia iraquí. Aquí es donde yo quería llegar, he aquí el mejor ejemplo de matanzas o masacres de primera o segunda división. Si el país atacado o los miembros atacados son aliados de la civilización occidental (que para algunos es la única y verdadera, como si se tratase de una religión monoteísta) entonces hay que hablar de ello hasta la saciedad y todos debemos sentirnos consternados, pero si por el contrario los atacados no disfrutan de nuestra gracia ni se someten a nuestro mandato, los comentarios quedan reducidos a algunos artículos de opinión o a algún documental que lo mas que consigue es que nos den pena. Y es que el dinero lo pervierte todo, hace que los actos de un país como Palestina en defensa de los ataques de Israel, sean tachados de actos terroristas, y que los ataques de un pseudo-pais como Israel hacia el pueblo palestino sean considerados como actos de defensa. El dinero, o más bien la falta de él hace que una guerra civil como la que se desarrolló en Ruanda, o como la que se está llevando a cabo ahora en el Congo, pasen durante meses desapercibida. Y también es el dinero el que hace que un acto terrorista frustrado en Barcelona, llene horas y horas de informativos y tertulias. Es triste que tenga más horas de información un acto terrorista que nunca ocurrió en el que no murió ni una sola persona, que una guerra civil o un desastre natural en el que mueren a miles o a cientos de miles de personas. Deberíamos revisar nuestros valores occidentales, pues en algún momento hemos perdido el oremus y con él un concepto básico, que el precio de una vida humana no se mide por el dinero que sea capaz de generar, y vale igual aquí que en el rincón más escondido del país más pobre del mundo.
Salud.
Finales de Diciembre del 2007, dos etarras matan a tiros a un guardia civil y hieren a otro que días más tarde fallece en el hospital. Repercusión: la prensa de los países de occidente escriben incluso artículos de opinión y en la prensa escrita, la radio y la televisión española le dedican mas de medio periódico o espacio informativo en el caso de las dos últimas.
Siempre pensé en que la razón de que existieran masacres de primera, de segunda y hasta de tercera división se debía al localismo. Sí, pensaba que el sentirse amenazado tan cercanamente era lo que lo hacía más noticiable, el pensar que podíamos ser cualquiera de nosotros era la fuerza que empujaba a los informativos a darle más cobertura para dar una imagen de lo que era el sentir mayoritario del país (mayoritario no significa único) Pero con el paso de los años y de muchas muertes me doy cuenta de que eso no es así. Lo que de verdad hace que una matanza sea de primera división es la potencia económica del país en el que se produzca. ¿O es que alguien duda de que si las 3000 muertes que AlQaeda provocó el 11 de Septiembre en New York se hubieran producido en Sudán, por ejemplo, los medios de comunicación nos hubieran bombardeado igual? Quiero recordar que los equipos de informativos no descansaron nada en las 48 horas siguientes, que a cada momento interrumpían la programación para conectar con la Zona cero para emitir datos que prácticamente eran irrelevantes informativamente y que hubieron de pasar meses para que fueran capaces de pasar un día sin hablar de ello. Cuando un acto terrorista sacude a Occidente, las clases dominantes se dedican a alimentar el miedo y el odio de la gente hacia los atacantes. Es normal que la sociedad sienta miedo, pero los que más miedo tienen son los gobernantes, pero no por sufrir otro ataque y que se puedan producir más víctimas, sino porque lo que para ellos representa ese atentado. Es un ataque directo al sistema y lo que tienen miedo de perder no son vidas humanas, sino el poder que con el paso de los años han adquirido. Es decir tienen miedo de que la tortilla se dé la vuelta, de que el tercer mundo se levante, de que el Sur les pase por encima. Y es que le tienen miedo al Sur, tienen miedo a que África despierte, a que Suramérica por fin se ponga en pie, por eso la soga que Occidente le puso a estos dos territorios y a Oriente no deja de apretar. Y recuperando el 11-S, aquellos hechos tuvieron una inmediata reacción de los Estados Unidos (sin olvidar el apoyo dado por todos los socios de la OTAN) que fue la ocupación de Afganistán. Había que buscar al culpable, a ese demonio que ya no es rojo, que ahora lleva turbante. Pues bien, ¿Alguien se ha parado a pensar en el número de civiles que han muerto desde que se ocupó Afganistán? Seguro que más de 3000. Eso no es una matanza, ni se trata de ningún crimen porque se escudan en que la democracia sufrió un ataque al que había que responder con dureza. Después vino la Guerra de Irak, una guerra ilegal, una guerra que estaba basada en mentiras. Decían que Saddam disponía de armas de destrucción masiva, ¡¡¡MENTIRA!!! Decían que el régimen iraquí daba cobertura y apoyo a Al-Qaeda, ¡¡¡MENTIRA!!! La única verdad que dijeron es que se trataba de un país sometido al dominio de un dictador. Dijeron que liberando al pueblo del tirano e instaurando la democracia en Irak, mejoraría la situación del país y se estabilizaría la zona de oriente medio. Una vez más ¡¡¡MENTIRA!!! Mientras la guerra oficial se estaba llevando a cabo los medios de comunicación nos bombardearon sistemáticamente con lo que el ejército aliado nos dejaba ver. Bien es cierto que muchísimos analistas políticos se pusieron en contra de lo que se estaba haciendo, pero todos terminaban sus intervenciones con la coletilla de que ya que se estaba allí había que ganar la guerra. Al principio se daban números de victimas, sobretodo militares, pero también civiles, sin embargo, cuando el tirano fue atrapado, a la semana siguiente ya solo se hablaba en los informativos de los atentados realizados contra los soldados que “defendían la democracia” para los que se utilizaban en su descripción palabras como “matanza”, “masacre”, o expresiones como “ataque indiscriminado”. Sin embargo poco más que reseñas se hacían cuando, esta vez sí indiscriminadamente, se realizaba un ataque a un mercado, o era bombardeado un restaurante donde se estaba celebrando un enlace matrimonial, únicamente con el pretexto de que existía casi la certeza de que uno de los invitados podía ser miembro de la insurgencia iraquí. Aquí es donde yo quería llegar, he aquí el mejor ejemplo de matanzas o masacres de primera o segunda división. Si el país atacado o los miembros atacados son aliados de la civilización occidental (que para algunos es la única y verdadera, como si se tratase de una religión monoteísta) entonces hay que hablar de ello hasta la saciedad y todos debemos sentirnos consternados, pero si por el contrario los atacados no disfrutan de nuestra gracia ni se someten a nuestro mandato, los comentarios quedan reducidos a algunos artículos de opinión o a algún documental que lo mas que consigue es que nos den pena. Y es que el dinero lo pervierte todo, hace que los actos de un país como Palestina en defensa de los ataques de Israel, sean tachados de actos terroristas, y que los ataques de un pseudo-pais como Israel hacia el pueblo palestino sean considerados como actos de defensa. El dinero, o más bien la falta de él hace que una guerra civil como la que se desarrolló en Ruanda, o como la que se está llevando a cabo ahora en el Congo, pasen durante meses desapercibida. Y también es el dinero el que hace que un acto terrorista frustrado en Barcelona, llene horas y horas de informativos y tertulias. Es triste que tenga más horas de información un acto terrorista que nunca ocurrió en el que no murió ni una sola persona, que una guerra civil o un desastre natural en el que mueren a miles o a cientos de miles de personas. Deberíamos revisar nuestros valores occidentales, pues en algún momento hemos perdido el oremus y con él un concepto básico, que el precio de una vida humana no se mide por el dinero que sea capaz de generar, y vale igual aquí que en el rincón más escondido del país más pobre del mundo.
Salud.